Isabella se debatía, maldiciendo, pero era inútil. Mateo la subió al vehículo a la fuerza, cerró la puerta de un golpe y se quedó un instante afuera, respirando con dificultad, tratando de controlar la tormenta que rugía en su interior.
Dentro del auto, ella forcejeaba con las manos atadas, intentando desesperadamente comunicarse mentalmente con sus padres.
"Padre… madre… escúchenme, por favor." La voz de Isabella resonaba en su propia mente, clamando por un vínculo que esperaba que cruzara las distancias. La angustia la consumía, sabía que si lograba conectar con Logan o con Mía, habría esperanza.
Pero antes de que la conexión se consolidara, una sombra oscura interrumpió el hilo. Mateo abrió la puerta, con la respiración pesada y los ojos brillando de algo extraño: rabia y duda. Con brusquedad, sacó un pequeño trapo empapado en un somnífero y lo presionó contra la nariz y la boca de Isabella.
—¡No! —chilló ella, retorciéndose con desesperación, pero era demasiado tarde. El aroma pen