El suelo temblaba con cada zancada. Logan corría como un animal desatado, sus patas golpeando la tierra con una fuerza que levantaba polvo y hojas secas a su paso.
El viento cortaba su pelaje negro, que ondeaba como una sombra viva bajo la luz mortecina del atardecer. No pensaba, no razonaba… solo avanzaba, siguiendo el rastro de Mía y de la sangre fresca que impregnaba el aire con un olor metálico y penetrante.
Unos metros atrás, Jacob jadeaba, el pecho ardiendo por el esfuerzo y la rabia.
Se había interpuesto justo en medio de Jack y Logan, abriendo un instante de respiro, un segundo de ventaja que lo había cambiado todo.
Había recibido golpes, había sentido las garras de Jack rozarle el rostro, pero no se apartó. Aquella distracción le dio a Logan el margen necesario para lanzarse a buscarla.
Mía, mientras tanto, respiró profundo. Sus pies golpearon la tierra y salió corriendo con todas las fuerzas que quedaban en su cuerpo. Los latidos retumbaban en sus oídos, el miedo se mezcl