Abel Bravo, heredero Alfa de la Manada Luna de Escarcha, tenía dos candidatas para ser su compañera: una era yo, la otra era Sabrina Vega. Ambas éramos chicas huérfanas, adoptadas por el anterior Alfa. En mi vida pasada, Sabrina murió trágicamente en un deslizamiento de tierra, justo cuando Abel se convirtió en Alfa oficialmente y yo me convertí en su Luna. Pasé toda mi vida ayudando a Abel a convertir la Manada Luna de Escarcha en una de las cinco mejores manadas de los territorios del sur. Pero cuando Abel ganó con éxito la elección de Rey Alfa, anunció públicamente que la difunta Sabrina sería su única Luna. Incluso presentó un acuerdo de disolución del vínculo de pareja ante el Consejo Alfa, y me desterró del territorio. Cuando volví a abrir los ojos, me encontré de nuevo en el día en que Abel eligió a su compañera. Sin embargo, tras renunciar a la competencia y alejarme, Abel y toda la manada se arrodillaron, suplicándome que regresara.
Leer másSubí la ventana del auto con deliberada lentitud, observando cómo el rostro de Abel se distorsionaba por la desesperación, al verse separado de mí por el cristal tintado, una barrera impenetrable entre nosotros.Su boca se movía frenéticamente, gritando palabras que no podía oír y que no quería escuchar.—Conduce. —Mi voz fue firme, sin emoción.El auto arrancó suavemente. Por el espejo retrovisor, vi a Abel tambalearse detrás nosotros, su costoso traje estaba arrugado y sucio por haberse arrodillado ante mi.Su lobo debía estar débil ahora, porque hace tres años podía alcanzar fácilmente cualquier vehículo. Ahora, apenas podía seguir el ritmo de un humano caminando.Qué patético.—Señorita Alejandra —el chófer me miró por el espejo—, ¿quiere que demos la vuelta y...?—No —lo corté con firmeza—. Ve directo al lugar, tenemos una ceremonia a la que asistir.En el lugar de la ceremonia de apareamiento, cientos de líderes de manadas y sus familias, se habían congregado. La finca Colmillo d
—Cristóbal... —lo interrumpí, con una voz cargada de años de dolor acumulado—. Conoces mi pasado, sabes por lo que pasé.Él dio un paso más cerca, sin apartar su mirada de la mía.—Lo sé. —Asintió sin dudar—. Conozco cada humillación, cada traición, cada momento que sufriste.Apretó la mandíbula antes de continuar. —¿Y qué? ¿Crees que tus cicatrices te convierten en alguien dañada? ¿Que ser rechazada te hace inútil?La intensidad en su voz me cortó el aliento.—Estás equivocada, Alejandra. Muy equivocada. Mereces ser verdaderamente valorada y yo... —su voz se quebró por la emoción—, estoy dispuesto a ser la persona que lo haga. Otros no te apreciaron, pero yo sí lo haré.Sentí que mis muros cuidadosamente construidos comenzaban a derrumbarse.El ruido del banquete pareció desvanecerse en ese instante, quedando solo su respiración resonando en mis oídos. Mi corazón latía con fuerza mientras mis viejos miedos salían a la superficie.—Cristóbal, no entiendes —mi voz salió más débil de lo
Cada página contenía registros sobre él, cada línea estaba empapada de un amor silencioso.Las manos de Abel temblaban al pasar cada página empapada de agua."Hoy, Abel se peleó con Marcos en la escuela. Llegó con el labio sangrando, así que le hice su pastel de chocolate favorito, pero estaba demasiado enojado para comer. Lo guardé para mañana"."El cumpleaños de Abel es la próxima semana y he estado trabajando en su regalo durante dos meses. Mis dedos están llenos de cortes por trabajar el metal, pero creo que le encantará"."Sabrina vino hoy, Abel sonrió más en esas dos horas en su compañía que en todo el mes. A veces me pregunto si debería desaparecer para que ellos puedan ser felices sin que yo les complique las cosas".Cada entrada era un puñal en su corazón.Años y años de devoción que nunca había notado, un amor que había pisoteado sin pensarlo dos veces.Su vista se nubló completamente, pero aferró el diario con fuerza, como si eso pudiera deshacer el pasado.—Niño, tenemos qu
La sonrisa de Sabrina se congeló. —Abel, hoy es el día en que me convierto en la Luna de la Manada Luna de Escarcha. Hacer semejante escándalo por una forastera no es apropiado, ¿verdad?—¿Forastera? —Abel rio con frialdad—. Alejandra vivió en la casa de los Bravo durante veinte años. ¿Quién osa llamarla forastera?Esa frase golpeó a Sabrina como una bofetada, destruyendo su aire triunfante por completo.La furia nubló su juicio y preguntó con frialdad. —Abel, ¿acaso lo has olvidado? ¿Quién me eligió a mí en lugar de a ella? ¿Quién fue el que le ordenó personalmente, irse con las manos vacías? ¿Qué pretendes ahora?El antiguo Alfa y Luna se levantaron apresuradamente para mediar, pero Abel ya no los estaba escuchando; las palabras de Sabrina se le clavaron como puñales en el corazón.Sí, él fue quien alejó a Alejandra, él fue quien permitió aquellas humillaciones.Por su culpa, Alejandra tuvo que salir de la casa de los Bravo usando solo ropa interior, rodeada de decenas de reporteros,
Abel se sentó allí devastado, el álbum de fotos se le deslizó de las manos y cayó al suelo.Entonces, se desplomó en el suelo, murmurando para sí mismo. —Equivocado… estaba equivocado en todo...Recordó a Alejandra de pie, silenciosa, en la esquina de esa foto. Recordó las cicatrices en sus hombros y abdomen.Resultó que ella fue quien arriesgó su vida para salvarlo...***En la ceremonia de apareamiento de Abel y Sabrina, los miembros principales de la manada llegaron con sonrisas pegadas en sus rostros, llenos de adulaciones para la futura Luna.Ella estaba eufórica, ya portándose como una Luna mientras recibía las felicitaciones de todos.Abel, sosteniéndole la mano, tenía una sonrisa algo rígida.Después de que todos se sentaron, quedó una silla vacía; era el asiento de Alejandra, eso no había cambiado durante años.Sabrina la vio de inmediato y su expresión se tornó oscura. Soltó la mano de Abel y caminó rápidamente hacia la silla, con un empujón fuerte, la silla cayó al suelo con
La ventana trasera bajó suavemente, revelando un rostro que me hizo olvidar el dolor por un momento.El hombre era impresionante, casi irreal. Con pómulos marcados, ojos azules penetrantes y un cabello oscuro despeinado, como si acabara de pasarse los dedos entre ellos.—Señorita Alejandra —dijo, su voz fue cálida y profunda, a pesar de las circunstancias—. Soy Cristóbal Soto, de la Manada Colmillo de Tormenta.Ya se estaba moviendo, bajando del auto con una gracia fluida.Sin dudarlo, se quitó la chaqueta cara y me la colocó suavemente sobre los hombros. La tela era suave y cálida, todavía impregnada de su aroma: bosques de pino y aire invernal.—Nuestro Alfa desea reunirse contigo. ¿Eso sería aceptable para ti?Lo miré atónita.Cristóbal Soto, conocía ese nombre, había oído rumores en los círculos de manadas; era el heredero de la manada más poderosa del norte, la Manada Colmillo de Tormenta. Su abuelo era el actual Rey Alfa. En mi vida pasada, me había tomado diez años de cuidadosa
Último capítulo