Capítulo 8.
La sonrisa de Sabrina se congeló. —Abel, hoy es el día en que me convierto en la Luna de la Manada Luna de Escarcha. Hacer semejante escándalo por una forastera no es apropiado, ¿verdad?

—¿Forastera? —Abel rio con frialdad—. Alejandra vivió en la casa de los Bravo durante veinte años. ¿Quién osa llamarla forastera?

Esa frase golpeó a Sabrina como una bofetada, destruyendo su aire triunfante por completo.

La furia nubló su juicio y preguntó con frialdad. —Abel, ¿acaso lo has olvidado? ¿Quién me eligió a mí en lugar de a ella? ¿Quién fue el que le ordenó personalmente, irse con las manos vacías? ¿Qué pretendes ahora?

El antiguo Alfa y Luna se levantaron apresuradamente para mediar, pero Abel ya no los estaba escuchando; las palabras de Sabrina se le clavaron como puñales en el corazón.

Sí, él fue quien alejó a Alejandra, él fue quien permitió aquellas humillaciones.

Por su culpa, Alejandra tuvo que salir de la casa de los Bravo usando solo ropa interior, rodeada de decenas de reporteros,
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