Mi único alivio fue que ninguna de las doncellas estaba presente, sin embargo, no ignoraba que ese sueño no era más que la culpa que sentía, por haber rechazado a Rownan, cuando tuve la oportunidad de devorarlo. Ahora lo extrañaba, lo necesitaba y hasta sentí deseos de llorar por haberme despertado.
—Majestad— me llamó Dinné, asomándose a la puerta—. El señor Nádor de Hilyhia pide audiencia.
Acepté con un gesto y me incorporé, pero una punzada recorrió mi espalda, haciéndome maldecir a ese inoportuno señor que me hacía renunciar al descanso.
—Lo recibiré en el salón principal— le avisé a la muchacha—. Por favor, Dinné, encárgate de que el medico real acuda a verme en cuanto regrese de sus recorridos.
— ¿Su majestad se siente mal?
—No—le mentí—. Solo quiero hacerle algunas preguntas.
Antes de que la muchacha albergara más sospechas, abandoné la alcoba a toda prisa. Sabía que su amado padre, no tardaría en buscarme para asegurarse de que no me ocurría nada malo y quería descubrir el mot