La mañana llegó con gritos y el sonido de combate. Dante se levantó de un salto, alcanzando instintivamente su daga. A su lado, Luna ya estaba en pie, completamente alerta a pesar de haber dormido pocas horas.
—Afuera —dijo, ya moviéndose hacia la puerta.
Salieron para encontrar a Kira peleando contra cuatro lobos en forma humana. Pero no eran corrompidos. Eran lobos de manada y estaban claramente intentando capturarla viva.
—¡Kira! — uno de ellos gritó. —¡Deja de resistirte! El Alfa Ronan quiere que regreses.
—¡Nunca! — Kira se transformó parcialmente, sus garras desgarrando el brazo de su atacante. Era fuerte, Dante notó, mucho más de lo que había parecido cuando la rescataron. Había estado conteniendo su verdadera habilidad.
—Suficiente— una voz nueva, profunda y autoritaria, resonó desde el borde del claro. Una mujer emergió de las sombras, y Dante sintió su aliento atrapado.
Era impresionante. Alta, musculosa sin perder feminidad, con cabello negro corto y ojos dorados que brilla