Los siguientes días fueron tensos. Aria resultó ser tan fuerte como Kira Mayor había dicho, posiblemente más. Podía transformarse parcialmente con facilidad, su fuerza rivalizada solo por la de Dante cuando usaba su poder primordial. Pero había un problema: no le gustaba seguir órdenes.
—¡Otra vez! — Luna gritó mientras Aria fallaba en esquivar su ataque por tercera vez consecutiva. —Eres fuerte, pero predecible. La fuerza sin estrategia es inútil.
—Tal vez tu estrategia es demasiado complicada —Aria replicó, limpiando sangre de su labio. —A veces, la fuerza bruta es suficiente.
—No contra oponentes más inteligentes— Luna contraatacó. —Ronan no es solo fuerte. Es astuto. Si vas contra él con solo fuerza, morirás.
—Entonces me aseguraré de ser más fuerte que él— Aria gruñó, lanzándose nuevamente.
Dante observaba desde el costado, sintiendo la tensión entre las dos mujeres. A través de su lazo con Luna, podía sentir su frustración. No solo con el entrenamiento de Aria, sino con algo más