Contra todo pronóstico, los cuatro sobrevivieron. Pero sobrevivir no significaba estar ilesos. El costo del sacrificio de Dante era evidente en cada respiración que tomaba.
Luna y Zara trabajaban frenéticamente cuando el cuerpo de Dante fue transportado de vuelta. La magia que lo había herido era oscura, entrelazada con la esencia misma de Malvora, y estaba destruyendo su cuerpo desde dentro. Cada célula luchaba contra la corrupción invasora.
—Su esencia vital está demasiado agotada— Luna sollozó, vertiendo toda su energía en él. —Necesito más poder. Mucho más.
—Toma el mío —Aria dijo inmediatamente, colocando sus manos sobre Luna. —Toma todo lo que necesites.
—Y el mío— Zara añadió, uniéndose aunque su propia herida apenas había sanado.
A través del lazo fragmentado, las tres canalizaron su fuerza vital hacia Dante. Era inverso de lo que él había hecho—tres dando vida a uno en lugar de uno sacrificándose por tres.
El proceso tomó horas. Luna trabajó hasta el punto de colapso, extraye