Durante una noche aparentemente tranquila, Zara despertó sobresaltada, sus ojos brillando con la luz de visión profética. Su grito atravesó el silencio, despertando a Dante, Luna y Aria en la habitación contigua.
—¡Zara! —Dante corrió hacia su habitación, encontrándola sentada en la cama, temblando. —¿Qué pasó? ¿Qué viste?
—Una visión— Zara jadeó, sus manos aferrando las sábanas. —Perturbadora. Aterradora. Vi un futuro donde una oscuridad consume todo el mundo de lobos.
Luna se arrodilló junto a la cama, tomando las manos temblorosas de Zara. —Respira. Cuéntanos despacio.
Zara cerró sus ojos, tratando de calmarse. Cuando habló nuevamente, su voz era más estable pero llena de miedo. —Vi destrucción masiva. Manadas enteras cayendo. Y en el centro de la oscuridad, vi una figura que se parecía a ti, Dante. Pero corrupta. Retorcida. Con ojos que brillaban con el mismo fuego verde de los Alfas Caídos.
—¿Yo?— Dante retrocedió. —¿Yo causé esa destrucción?
—No lo sé— Zara admitió. —Las visione