El sol apenas asomaba entre las copas de los árboles cuando un aullido grave nos sacó del sueño.
Salté de la cama por reflejo, acostumbrada a los horarios de mi manada.
Zayn, Theo y mis primos ya estaban de pie, vistiéndose con movimientos ágiles.
En cambio, de las otras cabañas comenzaron a escucharse gruñidos, quejidos y un coro de protestas malhumoradas.
—¿Qué clase de tortura es esta? —resonó la voz de Roxanne.
—¡Aún es de noche! —se quejó Jared con un bostezo exagerado.
—Nos están matando —añadió Frey en tono dramático.
Mis hermanos y yo salimos listos para el día.
Afuera, en el claro en donde nos reuníamos normalmente Darius, que estaba junto a Silvie, soltó una risa apenas contenida.
—Van a adorar al Lobo Blanco —susurró con diversión.
Los hijos de Alfa fueron apareciendo de a poco, arrastrando los pies, los ojos aún pegados de sueño.
El Lobo Blanco nos esperaba allí, de pie, con la expresión de alguien que ya había perdido la paciencia.
Su mirada recorrió el grupo como una cu