Capítulo 60.
Habían sido días extraños, sin duda. Más allá de los cuatro cachorros problemáticos, todos nos habíamos adaptado sorprendentemente bien. Los adultos del territorio nos cuidaban, nos alimentaban y cortaban cualquier intento de “rebelión” antes de que pudiera siquiera tomar forma.
Por lo que sé, la mayoría de los cachorros no tienen idea de que, en realidad, estamos aquí como rehenes. Creen que esto es solo una retorcida ocurrencia de nuestros padres para castigar a los Alfas por sus gruñidos de desaprobación hacia los planes sobre los humanos. Algunos incluso se despidieron de sus territorios con la promesa de que vendrían a rescatarlos en cuanto los Supremos bajaran la guardia. Palabras vacías, por supuesto: nadie, salvo mi manada y los tíos Gail y Deb, conoce la ubicación exacta de este lugar.
Los días pasaron entre entrenamientos, tareas y una curiosidad que los cachorros no podían reprimir. Aunque el lobo blanco había sido muy claro en que no debíamos deambular más allá de las c