El olor a almizcle de mi furia y el aroma agrio de las lágrimas de Alana tardaron en disiparse del Gran Salón. Era el olor de la verdad fea. Me senté en el Trono Azuleja, rígido.
La advertencia final a Alana se sentía como un hierro candente grabado en mi propia piel. Yo era el Alfa, y la supervivencia era lo primero.
Estaba solo. Absolutamente solo.
Mi hijo, eso era lo unico en lo que podia pensar. Tan cerca de tenerlo conmigo. Aunque su madre, la hermana de Jane que se qeudó con el todos estos años, aunque ella no quisiera, el era parte de mi vida. Era un lobo, debia estar con los suyos. una vez que esta mierda de guerra con Daren y los sombras de hierro acabe, Nair volverá conmigo.
La puerta del Gran Salón se abrió de nuevo interrumpiendo mis pensamientos.
Eiden.
Era más bajo que yo, pero ancho, un muro de músculo y hueso. Un hibrido. El hombre que había estado viviendo bajo el mismo techo que yo, pero al que apenas conocía desde hacía un mes.
Eiden entró, cerrando la puerta con