El pergamino final era distinto. Aeryn lo notó al instante. No era un relato impersonal, no era una crónica o una genealogía. Era una confesión.
La tinta era firme pero en algunos lugares temblaba. El trazo irregular delataba que había sido escrita con prisa... o con emociones contenidas.
"A quien encuentre estas palabras:
Mi nombre es Thandor Valnek, escriba del templo de fuego lunar, testigo de un tiempo glorioso y también del ocaso de la alianza más poderosa que ha conocido nuestra especie. Si estas letras han sobrevivido, es porque aún hay esperanza de que la verdad no muera con los mentirosos.
Todo comenzó por la envidia de un hermano. Por el temor a lo que no comprende. Por el ego de un lobo que no toleró arrodillarse ante el misterio de los Ignarossa.
Aldrik Lobrenhart.
Muchos lo conocen como patriarca del consejo, como estratega firme, como político. Pero pocos saben que su odio por los Ignarossa no fue solo político, ni siquiera racional. Fue personal. Fue viscera