Las gemelas del millonario-Nuestra noche.
El Mercedes se desliza por las calles de Madrid, pero el mundo fuera del coche no existe. Estoy sentada junto a Leonardo, y el aire entre nosotros está cargado, como si cada respiración fuera a encender una chispa. Su mano descansa en el asiento, a centímetros de mi pierna, y aunque no me toca, siento su presencia como un imán. Mi vestido negro se siente demasiado ajustado, mi piel demasiado sensible. Lo que pasó en Kapital —su cuerpo contra el mío, ese beso que me dejó sin aliento, sus palabras susurradas contra mi nuca— me tiene al borde de algo que no debería querer. Pero lo quiero. Dios, lo quiero.
—¿A dónde vamos? —pregunto, rompiendo el silencio. Mi voz suena más baja de lo normal, traicionando lo que intento ocultar.
—A mi casa —responde, mirándome de reojo. Sus ojos oscuros brillan bajo las luces de la Gran Vía, y su tono no deja espacio para dudas—. Si quieres, Luis puede llevarte al hostal. Pero no creo que quieras eso, Cherry.
Trago saliva, sintiendo el apodo como una caric