La chica parecía estar loca, eso me agradaba de ella, solté una risa cuando la vi mirar al techo, parecía estar tan perdida en su mente, en su propio mundo.
—Blair—, le llamé girando mi rostro en su dirección—. ¿Sigues despierta? —Estoy m-mareada—, arrastró las palabras para fruncir las cejas—. Lenta. Me alerté cuando la vi chocar con una chica, ahí no parecía ebria, solo estar loca—y eso no sería una novedad—fueron un par de tragos lo que necesito de su vaso para después de chocar conmigo parecer que estaba a punto de desvanecerse, no dudaría que le colocaron algo en la bebida. Y mis dudas se confirmaron cuando su ex novio estaba ahí, afuera. —Tienes un golpe, en la cabeza—. Le recordé a lo que ella pasó su mano con lentitud por la frente—. Ven. —¿Yo? No—, negó cerrando los ojos—. Buenas noches. Apenas dijo eso cerró los ojos, sabía que había hecho todo lo que se encontraba en su alcance para mantenerse cuerda, pero no lo había logrado, rodé los ojos y me bajé del coche para caminar en dirección del otro lado de la puerta, para abrirla. Ahí estaba Blair, ella era un dilema de pies a cabeza, y aquella herida en la cabeza con la sangre me alertaba, había intentado que no se durmiera; pero fue imposible. Sin más la cargué, logrando que ella abriera los ojos a par: —Dios… Bájame. —Blair—, advertí. —Me mareo—, admitió a lo que le miré de reojo—. Ay dios… Sus manos se pasaron con lentitud en mi rostro, sabía que ella pensaba que todo esto se trataba de un sueño, mencionaba constantemente que era irreal, más no sabía si hablaba de mí o del momento. —¿Qué? —Eres uno de los hermanos Alaister—, susurró a lo que alcé una de mis cejas—. ¿estoy soñando? —Posiblemente. Me adentré a mi casa, con ella aún en mis brazos notando los balbuceos que salían aún de sus labios, parecía estar perdiendo la cordura poco a poco. Apenas llegamos arriba, entré a mi habitación, ella miró hacia el techo y soltó una risa. —Sabes mi nombre—, canturreó apenas se sentó en la cama—, ¿Aquí podré saber tu nombre? Le miré de reojo, notando aquel vestido que tenía, el cual dejaba a relucir su piel, le quedaba perfecto, aquel color negro haciendo resaltar su piel. —¿Quieres saberlo?—, le pregunté entrando al baño, dejándola ahí. Busque entre las cosas hasta que lo encontré, caminando de regreso a ella, quien miraba hacia la nada. —Me gustaría—, respingo para reír—, Suelo olvidar los sueños, pero quizá tenga suerte esta vez. —¿Sueles soñar conmigo?—, me acerque a ella, mojando el algodón en alcohol—, ¿Es eso Blair? Ella soltó una risa tonta, para tapar su rostro, estaba perdida, eso lo sabía por completo. —No te lo diré—, mencionó con tranquilidad para mirar hacía el techo—. No hasta que me digas tu nombre. Podría idealizar en mi cabeza cada una de las drogas que podrían haberle dado, con ninguna junto con el alcohol podría recordar quién era yo el día de mañana, comencé a curarle, sentándome a un lado de ella y notando como de a poco en poco ella estaba cada vez más perdida. —¿Qué con el hombre del bar?—, le pregunté—, Parece seguirte a todas partes. —Lo hace. Es mi ex novio, pero creo que todavía no entiende la parte del “ex”—, bufó—. está loco, y creo que quiere hacerme daño. No lo había notado. Pensé con ironía. No es porque tuviera una enorme herida en la cabeza por lo cual alguna persona pudiera pensar que aquel hombre quería hacerle daño. —Era un imbecil en la relación—, pausó—, Y fuera de ella. —Entiendo. —¿Y tu enemistad con tu hermano?—, preguntó—. Sé que se odian ambos, pero aquel día en el bar… Mi hermano y yo. Siempre sentí que él y yo jamás habríamos encajado, habría sido como si nuestros padres hubieran hecho que el lío creciera constantemente en casa, como si aquella vez mamá hubiera dado a luz a dos enemigos. Aunque también, podría sentirse una conexión bastante irónica, una vez mi hermano tuvo un accidente, yo lo sentí. Fue raro. —Eres muy preguntona. —Odio este sueño—, bufo tirando su cabeza hacia atrás—. No me cuentas nada. —Bien, Blair es hora de que duermas. Quizá despiertes con cordura. Ella relamió su labio inferior y negó, agitando aquel cabello rubio de lado a lado. —Tienes lindos ojos—, canturreó pasando su mano por mi rostro; para reír—. y si… Se acercó a mi, en cuclillas, mirando directamente a ellos, podría decir que cada vez que le mande flores a ella, fue sin interés, pero no fue así, habría mirado en dirección de Blair tiempo atrás, cuando aún seguía con el perro de Luke, pensando en las grandes decisiones idiotas que tomaba ella día con día al decidir perdonar cada una de las cosas que él le hacía. Podría decir que Blair no habría sido un evento casual, sino que habría colocado cada una de las piezas del ajedrez con completo cuidado para poder llegar al momento de hoy. Ella no habría sido una casualidad. Había sido una causalidad, habría causado cada uno de los encuentros que habríamos tenido, y ella no lo sabía, pero esto sería el comienzo de todo. Porque siempre los juegos, eran míos. Siempre ganaba cada uno de ellos sin importar que. —¿Estás seguro que es un sueño?—, se animó a preguntar cerca de mis labios. Le miré, aquella persona parecía ser irreconocible a la que habría visto en el bar, o antes, habría bajado la guarda de la manera más irreal posible. Y era mi oportunidad. Misma oportunidad de poder adentrarme al juego, y que cada una de las piezas quedarán justo donde debían de ir, ella era el inicio de todo, siempre lo fue. Caín solía decir que habían cosas que no podías forzar, y cosas que no podrías ganar, pero era erróneo. Las personas perdedoras veían dificultades, yo miraba momentos en los cuales podría adentrarme para conseguir lo que quería. —¿Crees que esto pasaría si estuvieras despierta?—, le pregunté. Ella miró hacia mí y una sonrisa salió de sus labios, poco a poco se comenzó a acercar hacia mí, para terminar por irse de bruces, le tomé del brazo evitando que cayera al suelo y matara la única neurona que no habría sido víctima ni del alcohol, ni de algún estupefaciente. Ella soltó una risa tonta apenas le ayude a incorporarse. —Creo que es momento de que despierte—, admitió en un quejido—, ¿Antes de hacerlo no podré saber tu nombre? —Estoy seguro, que cuando despiertes, si quiera sabrás cómo es que llegaste aquí—, me levanté para caminar en dirección de la puerta—, Querrás irte corriendo, sin saber hacia dónde hacerlo. —Te equivocas. No lo hacía. Sabía que Blair hacía lo posible por no acercarse a nosotros, evitando ser parte de absolutamente nada. —¿Querrías apostar?—, me mofé. —Perderías. —Seth—, aclare mi garganta—. Seth Alaister, un gusto, preciosa. Ella sonrió de lado para reír. —¿Qué? —Muy en el fondo, lo sabía—, musitó dejando caer su peso en la cama—. Sabía que eras Seth. —¿Por que? Ella no contestó de inmediato, pero lo hizo. —Intimidas más.