Pequeño desastre

Tenía una bolsa de verdura congelada en el rostro mientras que mi cabeza estaba al revés, mirando hacia la puerta, pensando en la noche anterior, sentía la bilis en la garganta y lo último de ayer era una mezcla cruzada de diálogos y palabras que no podía entender con completa plenitud, se sentía como un desastre bastante marcado y creía que podría perder la cordura de ser necesario.

—¿Estás mejor?—, la puerta se abrió mostrando a Francis—. Te golpeó duro, ¿No?

—Estoy bien—, cerré los ojos pensando en ello.

“—¿Con los hermanos Alaister?”

Aquel apellido si resonaba en mi cabeza de manera irreal, más allá de los recuerdos confusos de la noche anterior, no sabía que habría ocurrido con claridad pero se sentía como un desastre. Uno grande.

—¿Qué hacías con los hermanos Alaister?—, preguntó de manera cautelosa—. ¿Qué hacía Luke ahí?

—No recuerdo qué sucedió por completo—, admití sentándome en la cama—. Quizá debería hablamos de los hermanos Alaister, diría que fue la mayor locura que me pasó.

—Blair. Sé que siempre has sido amante del caos—, dijo irónico sentándose frente a mí—. Pero debes parar.

—No lo entiendes.

Enojada comencé a tomar mis cosas, yo no habría decidido la historia con Luke, no de ese modo. Cuando comenzamos todo parecía perfecto, teníamos chistes similares y la forma en la que pasábamos los días eran perfectos, pero todo lo bueno tiene un final, y nosotros nos comenzamos a podrir.

—No te molestes—, alargó con pesadez—. Tanto Nina como yo queremos lo mejor para ti.

Me detuve frente al espejo, por unos segundos aferrando aquella camiseta lila, aquel moretón estaba tan pronunciado, y era tan doloroso.

—Yo no decidí esta historia, Reese.

Terminé por salir de la habitación caminando hacia el baño y colocar mi uniforme. Pensaba en la noche anterior, así que los hermanos Alaister.

Ese apellido me resonó hasta lo más profundo de mí, conocía su apellido, el de ambos, ¡Claro que lo hacía! Pero mi duda era… ¿Quienes eran en realidad?

Solo tenía claro una cosa “Cuidado con ellos” de ahí en más, no sabía absolutamente nada. Apenas terminé de vestirme salí directamente a aquel restaurante donde trabajaba, con la mente nublada.

Habría retado a uno de los hermanos Alaister, las cosas habrían podido salir peor de desearlo de ese modo.

Cuando llegué al restaurante lo primero que captaron mis ojos fue a Lina, su cabello negro cayendo por su frente y la mirada cansada.

—Llegas tarde, te toca ser mesera—, alargo colocándose la corbata—. Apúrate que tenemos mucha gente.

“buenos días” dije a mis adentros, comencé a colocarme la corbata y comencé mi turno, hasta que algo llamó mi atención. Alguien.

Entre mis recuerdos borrosos noté al segundo hermano llegar, no sabía con claridad quién era Caín ni mucho menos quién era Seth.

—¿Puedes atender esa mesa tu?—, pedí en tono bajo a Lina quien frunció la nariz, como un conejo—, Por favor…

—No hagas eso—, farfulló, tomando vasos de la mesa de alado—. Odio que me mires con esos ojos.

Mamá de niña solía decirme que mis ojos eran hipnotizantes, que podía ser que las personas hicieran lo que yo quería, me parecía ridículo, pero hoy… Adoraba que hubiera hecho efecto.

Estaba dejando la orden de la mesa de alado, cuando choqué con alguien, aquel impulso hizo que todo cayera sobre un chico, quien me miró con desagrado.

“No un escándalo” pensé para mis adentros, sin embargo, aquello llegó.

—¡Eres una bruta!—, me alegó con descaro—. ¡Qué asco!

—Lo siento—, dije tomando las cosas de manera veloz, con las manos temblando—. Fue un accidente.

—¡¿Accidente!?—, gruñó con molestia, relamí mi labio inferior, nerviosa—, ¡Es que eres bruta!

—Deja de hablarle así—, siseó aquel hombre con el que choqué—. No te lo repetiré de nuevo.

Kilian Morgan. Claro que sabía quién era el, conocido por formar parte de una de las mafías y temido por toda la ciudad, no tanto como los hermanos Alaister, pero… Nadie se metía con él.

Escuché un ruido, aquella silla chirriando al ser recorrida, cerré los ojos por unos segundos, y ahí estaba él. Él mismo hombre que miré en el bar, en medio de mis recuerdos diciendo que podría beber más que él.

—¿Te estás metiendo con ella?—, siseó. Su voz resonó por todo el lugar; y el silencio se hizo presente—. Seguro escuché mal, ¿No?

Di un paso hacía atrás, aquellas alarmas rojas se encendieron en mi cabeza, como focos de navidad en plena fecha célebre, y el miedo comenzó a crecer dentro de mí.

—Aunque, yo nunca escucho mal—, murmuró.

Y sabía lo que vendría después, y no erré, él miró a Kilian asintiendo, por lo cual él lo tomó del cuello, furioso.

—¡Para! ¡que no ha pasado nada!—, pedí suplicante—. A sido un accidente, para. Por favor…

Mis ojos vieron a él, con súplica. Necesitaba que no hiciera un desastre más grande.

Necesitaba de verdad..:

Que esto no se saliera de control, pero lo habría hecho ya.

Kilian soltó a aquel hombre, y ambos, salieron del lugar sin decir más, el miedo quedó presente en el lugar y la gerente llegó.

—Este lugar es un peligro—, susurró una chica—, él..:

—Blair, a mi oficina—, me tomó del brazo—, Ahora.

Mis ojos siguieron a aquel hombre, Alaister, notando como subía a su auto.

—Estás despedida, Blair—, me dijo ante mi falta de presencia—, Te has colocado en su mira.

“y si te encuentras en la mira de uno de los hermanos Alaister; solo hay dos opciones, eres la carnada fresca… o aquello que quieren cazar”.

Y ambas cosas resultaban ser completamente irreales, le miré.

—Es una pena, Blair—, dijo en tono bajo—. Debes irte.

—Si, lo escuché. Despedida—, murmuré.

—No. No eso—, me interrumpió—, debes irte del pueblo, ahora que tienes la oportunidad de hacerlo, la oportunidad de salir ilesa de aquel desastre que está por llegar.

—¿Son tan malos?

—Vete, y no vuelvas a mirar atrás. Es lo mejor que podrías hacer.

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