Si hablamos de los hermanos Alaister, diría que fue la mayor locura que me pasó.
Habían sido demasiado caóticos estos días, sinceramente ambos me asustaban, pero era cuestión de tiempo que la bomba me explotara justo en el rostro.
Hoy, viernes en la noche Nina y Resee habían decidido que querían sacarme de mi cuarto como fuera lugar, después de sus insistencias ahora estábamos camino a un bar celebrando la vida, palabras de Resee.
Habría estado evitando los mensajes insistentes de Caín y recibiendo flores de Seth todos los días con las tarjetas escalofriantes, la última “Si no funciona por destino, yo lo escribo. Serás mía”.
A Caín se le daba más lo cursi a decir verdad, eso le daba méritos, aunque no quería interactuar con ninguno de los dos, a decir verdad.
Pero no tenía ni la más minimalista idea de quién era Caín ni de quién era Seth, habría leído artículos en internet; uno a uno, y en cada uno de ellos estaban juntos, por lo cual no sabía quién era quien.
Sus perfiles de I*******m estaban privados y ninguno de los dos tenía una fotografía en perfil, por lo cual, estaba en las mismas, sin saber quién era quien.
Ahora, tenía la duda, ¿Me defendió el cursi o el escalofriante?
Apenas llegamos al bar, los tres brindamos con un par de vasos de vodka.
—¡Por una noche que no podremos olvidar!—, Brindo Nina—, ¡Hasta el fondo!
Bebí aquel elixir que quemaba en mi garganta de manera irreal para soltar una risa torpe.
Había escuchado, que los hermanos Alaister querían heredar una empresa, y en un artículo de una revista, mencionaban, "Los hermanos Alaister, lo tienen todo, ¿Ahora buscaran el amor?"
Nina me habría advertido que no me acercara a ellos, esperaba poder cumplir con ello.
—¿En qué piensas Blair?—, me llamó Resee.
Resee Mckee, mi mejor amigo, lo conocí por Nina, aquel chico era alto, con el cabello claro y los ojos oscuros, era un dilema.
—¡Yo invito la otra ronda!—, Grité.
No deje que respondieran, antes de poder escuchar cualquier cosa, salí de ahí como bala. Tenía la mente nublada con aquel par de hermanos, me volverían loca.
—¡Tres shots por favor!—, Grité en medio de la música al mesero.
Él asintió, podía ver como iban preparando aquellos caballitos, hasta que mis ojos se deslizarse lo suficiente llegando a él.
Ahí estaba el con sus ojos verdosos y aquel cabello cayendo ligeramente por su frente, miraba hacía otra parte, hasta que sus ojos cayeron en mí, su mirada... Joder, podrían haber que le temblaran las piernas a cualquier chica. Quizá no fui la excepción.
No hable con él, simplemente salí de ahí al pagar el alcohol llegando con Nina y Resee.
—¿Sucedió algo?
—¡Hasta el fondo!—, evite su pregunta tomando el shot hasta el fondo—, Joder.
Lo gracioso de esas palabras, es que siempre olvidas lo que sucedió una noche anterior.
Estaba bailando con Nina sobre la mesa, con una risa saliendo de mis labios, sentía que estaba viviendo al máximo, hacía meses que no salía por la relación que tenía.
—¡Eres la puta ama, Blair!
Bebí, cómo si la vida se me fuera a terminar, cada trago con más fuerza que el otro, bailando sobre la mesa con Nina, como si no hubiera nadie más en esta habitación, con los sonidos de vitoreo de Resee en nuestros oídos y la adrenalina al máximo.
—¿Ese es uno de los hermanos Alaister?—, preguntó Resee.
Aquella pregunta hizo que mirara hacia él, quien miraba como bailaba sobre aquella mesa, sus ojos me analizaban con atención.
Y… me coloqué de los nervios de punta, a ser honesta tambaleándome, por el alcohol o los nervios.
—¿Estás bien?—, Indagó Resee tomándome de la cintura, asentí separándome de él—, ¿Blair?
—Ahora vengo.
No deje que me contestara, con mi vaso camine hacia un lugar un poco retirado, esperando pensar.
No tenía que decirle a Nina que Seth me enviaba flores, porque lo sabía, día con día las recibía en la cafetería, durante una semana.
—¿Por qué están tan interesados en mí?—, me pregunté mientras le daba un trago a mi vaso, caminando.
Pero algo cambió.
Quizá fue el modo en el que choque con aquella chica, quien me daba una sonrisa maníaca, que después de tomar aquel trago, las luces se alertar para mí.
Sabía que la conocía, la había visto en fotografías del cuarto de mi ex novio, era una amiga, pero… ¿Cómo fue?
¿Bebí demasiado?
Comencé a marearme de manera significativa, y era como si los tragos que habría bebido, se multiplicaron por cinco. Necesitaba aire.
—¿Estás bien?—, me tomó del brazo, a lo que le miré a los ojos.
Podía sentir que mi cuerpo se estaba desvaneciendo, pero no dije nada, aquellos ojos verdosos me estaban embriagando, asentí, para soltarme de su agarre, estaba agobiada.
Salí por la salida de emergencia, esperando respirar un poco más.Apenas este choco en mi rostro, en aquella salida de emergencia sentí una arcada.
—Dios...—, jadeé pasando mis manos por mi rostro con toque de cansancio—, ¿Moriré…?
—Siempre, el destino nos pone en el lugar correcto, ¿No es así?—, la voz de Luke me alarmó, miré en su dirección notando a él. Mi piel se enfrió.
—¿Q-que haces aquí?—, me tambalee un poco hacía atrás—, M****a...
Busque con torpeza mi celular, buscando el contacto de Resee, mis manos temblaban de manera irreal; me estaba cayendo en picada.
—Tengo la creencia de que aquello que no fluye, lo fuerzas—, me tomó del brazo—. ¿Quién te da el derecho de decidir cuando terminará esto?
—N-no me toques—, jadee pasando mis manos por mi rostro—, dios... Suéltame.
—Son mis reglas, Blair.
—¡Luke!—, Jadeé de manera entrecortada—, Para.
Pero a pesar de mis peticiones sentía como él me jalaba, ante la desesperación de que no andaba a su par, terminé estrellándome golpeando mi cabeza; si me sentía perdida, eso aumentó.
—Por favor…
Y escuché el sonido de la puerta abrirse, pero prontamente deje de tener uso de razón, estaba frita, era una maldita quesadilla frita.
—¡Hijo de puta!
***
Mis ojos no podían mantenerse quietos, me sentía mareada, no débil, sólo... Las cosas estaban yendo de un modo el cuál no podía entender.
Hasta que mis ojos llegaron a él.
—¿Morí...?—, le pregunté dudosa, a lo que soltó una risa sin gracia—. Creí que cuando morías misticamente llegabas al cielo o al infierno.
—Estás chiflada—, me dijo mirándome de reojo—, ¿A dónde te estaré transportando yo?
No contesté.
—Blair, preciosa. ¿Estás bien?
—Tienes unos ojos lindos—, murmuré estirando mi mano en su dirección—. ¿Esto es real? ¿Eres real?
Su mano tomó la mía, sentí como la velocidad del coche comenzaba a disminuir hasta que se detuvo, sus ojos me miraron con atención.
—¿Te parece que soy irreal?
Me parecía que era un demonio, y no se porque, no me preocupaba que me estuviera llevando directo al infierno.
—Eres todo un caso, Blair—, dijo para comenzar a conducir de nuevo.
Mis ojos viajaron al cielo, era de noche, podía ser que él me estaba transportando directo al infierno.
Y no estaba poniendo resistencia.