Nápoles/Italia.
Leonardo descendió del auto, exhaló con fuerza al sentirse en casa; dando pasos largos invadió la propiedad donde residía su padre, al llegar a la sala su rostro cambió ante la sorpresa que esperaba por él.
En el lugar se encontraban los peores enemigos de la familia, al notar su presencia su padre se levantó y fue directo a él antes de que sucediera una tragedia, Leonardo de manera natural llevó la mano en la parte de atrás de su cintura y empuñó la pistola.
—Leonardo, hijo, por favor detente —pidió su padre acercándose rápidamente.
Su padre lo detuvo antes de que se desatara una balacera en su sala, Leonardo era conocido por su explosiva manera de actuar frente a sus enemigos.
—Hijo necesitamos hablar —susurró cerca de su oído.
—Padre, ¿qué está sucediendo aquí, qué hacen estas personas en tu casa? —cuestionó Leonardo manteniendo el ceño fruncido.
Su padre apretó los labios y exhalo con fuerza, sabía que su hijo era un hombre impulsivo y difícil de convencer, pero dada las circunstancias en sus manos tenía una gran responsabilidad.
—Hijo acompáñame al estudio, te explicaré lo que está sucediendo —Leonardo gruñó y fue atrás de su padre.
Al ingresar al estudio Leonardo cerró con fuerza la puerta, se acercó al escritorio y con sus manos lo golpeó, su padre simplemente lo observaba a través del rabillo del ojo, nervioso se acercó a la licorera y tomó una botella de licor, sirvió en dos vasos.
—¿Acaso has perdido la cabeza?, solo a ti se te ocurre traer a nuestros enemigos hasta tu propia casa —rebuzno Leonardo entre gruñidos reclamando a su padre.
—Estoy cansado de esta maldita guerra, con lo que se ha perdido ha sido más que suficiente —respondió su padre.
Leonardo bebió de un solo sorbo el contenido de su vaso, luego lo colocó sobre la mesa, tensó la mandíbula acercándose al hombre que admiraba, se sentía desilusionado luego de escuchar aquellas palabras que salieron de la boca de su padre.
—Ni siquiera lo digas, no logras imaginar lo débil que me has hecho sentir. Tus acciones no solo serán una rendición, nos pondrá en la peor posición, te has puesto a pensar en lo que se vendrá con nuestros negocios, con todo lo que se ha construido... Si te rindes todo se irá al carajo.
Leonardo levantó el brazo y colocó la mano sobre su hombro, necesitaba hacer que su padre confiara en él y diera marcha atrás a la estupidez que marcaría el fin para su familia.
—Leonardo, la guerra terminó —recalcó su padre.
Leonardo al escuchar aquella afirmación entendió lo tarde que había llegado, para él no había un enemigo lo suficientemente poderoso que lo lograra intimidar, de igual manera sabía sobre la impresión que causaba su presencia ante los enemigos, pero al notar la tranquilidad con la que ellos se encontraban supo que había perdido.
—Espero que no hayas olvidado el daño que han causado las personas que se encuentran en la sala, porque si es así, me veré obligado a recordártelo, mi hermana, tu hija ha muerto a causa de sus ataques —su padre levantó la mano ordenando que se detuviera.
Su padre bebió del vaso y colocó las manos sobre los hombros de Leonardo, con la mirada suplicaba que lo obedeciera.
—¿Qué has hecho?
—He llegado a la conclusión de que no quiero perder un integrante más de nuestra familia, ya fue suficiente con lo que sucedió con mi pequeña.
—Por ese mismo motivo te pido que no hagas ningún tipo de acuerdo con estos desgraciados, te doy mi palabra que no permitiré que en nuestra familia haya otra pérdida, permite que vengue la muerte de mi hermana.
Su padre negó oponiéndose a la sugerencia de su hijo. Continuó bebiendo tratando de mantenerse firme en la decisión que había tomado, no importaba lo que salía de la boca de Leonardo, ya nada lo haría cambiar de idea.
—Lo siento hijo, ya di mi palabra ya no hay marcha atrás —Leonardo soltó un fuerte y largo gruñido mostrando su desacuerdo, se dio vuelta y se alejó de él—. Leonardo aún hay algo más...
Su padre sabía muy bien cual sería la respuesta de su hijo, pero aún así aquella había sido la condición para dar fin con la guerra que lo único que les estaba causando era daños económicos, así que se preparó para hablar sin rodeos.
—Leonardo tendrás que casarte y procrear un hijo con la hija de nuestros enemigos.
Al escuchar aquellas palabras Leonardo giró su cuerpo fijando la mirada en su padre.
—Así nuestras familias estarán unidas y la paz regresará nuevamente.
Leonardo lanzó el vaso que sostenía en la mano estallandolo contra la pared, la propuesta por parte de su padre iba en contra de lo que él era, en contra de sus principios y por supuesto su honra, no podía aceptar y menos luego del juramento que había hecho justo al lado de la tumba de su hermana.
—Dime que todo esto se trata de una broma, sabes perfectamente cuanto los odio, jamás llegaría a tener un compromiso con esa mujer, ella lleva el apellido de la familia que acabó con la vida de mi hermana...
—Así es —respondió su padre interrumpiendo—. Igual que tú llevas el apellido de la familia que acabó con la madre de tu futura esposa —Leonardo enmudeció ante las palabras de su padre.
—Si tanto te interesa unir nuestras familias y vivir en paz luego de lo que hemos jurado justo al lado de la tumba de mi hermana, entonces te sugiero que busques a mi hermano para que se case con esa mujer, porque yo nunca lo haré —aseguró Leonardo.
Leonardo intentó salir, pero su padre estiró el brazo y lo detuvo, aquel hombre estaba decidido a que todo se hiciera como él ya lo había planeado, el rechazo por parte de Leonardo causaría una enorme tragedia en el interior de la propiedad.
—Eres un buen hijo, eres consciente, astuto y por ello te he puesto al frente de los negocios de la familia, en estos momentos necesito de ti por favor no me des la espalda soy un hombre viejo y a estas alturas lo que más busco es la seguridad de mi familia.
Leonardo era terco y cuando se le metía algo en la cabeza no había poder humano que lo hiciera cambiar de idea, pero su padre tenía razón, su familia lo era todo, y aunque aquella era la peor decisión que tomaría en toda su vida, por ellos estaba dispuesto a bajar la cabeza.
—¿Cuándo será la boda?
—Hoy mismo —respondió su padre.
Leonardo cerró los dueños con fuerza, se estaba consumiendo en el rencor, su vida había cambiado y de manera drástica, aquella jugada por parte de su padre lo había dejado fuera del juego, el compromiso era algo para lo cual él no había nacido, y su padre a la fuerza lo había llevado directo al altar.
Días más tarde.
Leonardo sin otra salida contrajo matrimonio con la hija de su peor enemigo, en presencia de los demás eran la pareja perfecta, en su oficio ellos eran los mejores, ella era una mujer ambiciosa, sagaz y dispuesta a hacerlo necesario para salirse con la suya.
La guerra entre las familias finalmente había terminado, pero para Leonardo nada era fácil vivía con el enemigo bajo el mismo techo en silencio la odiaba con todas sus fuerzas, pero era un hombre de palabra y por más que quisiera deshacerse de ella, le había prometido a su padre que seguiría a sus órdenes.
Leonardo se encontraba en la oficina ultimando detalles de sus negocios, de repente su esposa hizo presencia, en su cara se podía notar lo feliz que le hacía incomodar a Leonardo.
—¿Qué quieres, acaso no te das cuenta que estoy ocupado? —le reclamó entre gruñidos.
Leonardo levantó las manos a la altura del pecho mostrando cuánto le desagradaba su presencia, pero ella pasó por alto sus indicaciones y avanzó directo a él.
—Me importa muy poco lo que estés haciendo, he venido para recordarte que le diste la palabra a mi padre y aún no has cumplido —Leonardo bufó sin darle importancia—. ¿Acaso no eres lo suficientemente hombre para poner un hijo en mi vientre?
Leonardo se enfureció, golpeó el escritorio con sus dos manos y de un solo movimiento se levantó.
—¡No me provoques! —advirtió Leonardo con un tono de voz ronco—. Te aseguro que lo último que vas a querer es conocer al maldito demonio que hay en mi interior, él cual estaría muy feliz de conocerte.
Mientras que Leonardo se mostraba furioso, ella simplemente se burlaba, estaba acostumbrada a lidiar con tipos peligrosos, y en su mente Leonardo solo era uno más.
—No me interesa conocer nada de ti, lo único que quiero es que cumplas con lo que le prometiste a mi padre.
—Me importa muy poco lo que tu padre quiera, jamás pondré mis manos sobre tu cuerpo, con tan solo verde siento repudio, nunca podré olvidar lo que tú y los tuyos le hicieron a mi hermana.
Una vena se marcó en la frente de Leonardo sintiendo como su cuerpo se calentaba.
—Si quiere un nieto, entonces adoptaremos.
—Mi padre no es tonto, él quiere netos que salgan de mi vientre y fecundados por ti, si pretendes engañarlo te aseguro que no lo conseguirás, una vez él se entere olvídate de La tregua que hay entre las dos familias, él está sediento por destruirlos y que mejor excusa que la traición de tu parte.
—Muy bien, tu padre tendrá el nieto que tanto añora y será fecundado con mi esperma tal y como lo pediste, solo que será a mi manera; quedarás embarazada a través de inseminación artificial.
Leonardo la tomó de la mano, abrió la puerta y la llevó afuera, conectó la mirada con su hombre de confianza, bastó solo con un chasquido para que él se encargara de llevar a su esposa a uno de los autos.
—¿A dónde me llevas?, ¡suéltame desgraciado!
—Vamos por el hijo que me has pedido.
Leonardo junto con su esposa y su gente salieron con destino al aeropuerto y así llevar a cabo la inseminación artificial para mantener a salvo a su familia.