Leonardo regresó a casa a largas horas de la noche, fue directo al estudio, destapó una botella con licor, bebió hasta que logró conciliar el sueño, había acabado con su peor enemigo, pero en su interior sentía que no tenía nada para celebrar.
Mientras tanto, en el interior de la propiedad de la familia Fiorentini todos estaban impacientes. Matteo luego de haber disfrutado hasta más no poder regreso a casa.
Cristina se levantó del sofá y fue directo a él, Matteo había llegado pasado de copas, ella apretó los dientes y gruñó.
—¿Sabes dónde está nuestro padre? —Matteo tomó aliento, recostó el hombro contra la pared y con su cabeza negó.
—Quiero dormir, déjame tranquilo —Balbuceo con la voz entrecortada.
Matteo continuó con su camino, Cristina se cruzó de brazos, se sentía impotente; no tenía de otra más que esperar que amaneciera para salir en búsqueda de su padre.
Al día siguiente Cristina abrió de manera violenta la puerta de la habitación donde se encontraba su hermano, en sus ma