Leonardo no pretendía dar más espera a aquello que era inevitable, Tommaso era un hueso duro de roer y era obvio que no iba a quedarse quieto luego de que había irrumpido en su propiedad para rescatar a su hermana.
Las posibilidades de que Tommaso fuera a buscarlo eran bastante elevadas, vendría un contraataque donde él estaría en las peores condiciones.
Leonardo no solía dejar nada la suerte, había llegado el momento de jugarse todo, yendo de camino en su mano sostenía un arma de largo alcance, a su lado se encontraba Marcello, quien no se separaba de él.
—¿Estás seguro que la información que te han brindado es verídica? —cuestionó Leonardo.
—Así es señor, de ello no hay duda, hubo un cruce de palabras en el interior de la propiedad de la familia Mancini y posterior a ello Tommaso salió molesto con sus hijos, no hay mejor oportunidad para acabar con ese desgraciado como lo es esta —aseguró Marcello.
Una caravana de autos a toda velocidad se dirigió hacia el otro costado de la ciudad