Leonardo se quedó allí observando fijamente a Elena, mientras que ella temblaba sobre la cama, a la fuerza había comprendido que la prioridad en aquellos momentos era mantenerse viva, finalmente había logrado obtener aquella pequeña familia que tanto deseaba, y no pensaba arruinarla por culpa de Leonardo.
Leonardo se acercó a la cama y una vez más le repitió lo que quería, aquellas palabras a pesar de lo fuerte que eran, solo hacían eco en el interior de su cabeza, no quería aceptar su mala suerte y el destino del bebé que crecía en su vientre.
—Solo busco proteger a mi hijo y por ende debes estar cerca, así no lo quieras —Elena limpió las lágrimas de sus mejillas y se levantó.
—¡No es justo! —exclamó sollozando—. No logras imaginar por todo lo que he tenido que pasar, no tienes ni la más mínima idea del sufrimiento que he vivido a lo largo de mi vida, este bebé, mi hijo, es solo mío y no pienso renunciar a él, por mi hijo luché con mi padre y también lo haré contigo...
Leonardo la