Una semana más tarde.
Leonardo se encontraba vestido de manera elegante, a pesar de que no se encontraba de acuerdo con la boda de su hermana, debía aparentar estar feliz y orgulloso de la unión de su hermana.
El sonido de los tacones se acercó, Leonardo llevó la mirada atrás, Cristina le brindó una sonrisa, tomó su brazo y luego acercó su rostro al suyo y besó su mejilla.
—Te ves atractivo y candente, claro está como siempre te vés, seré la mujer más envidiada en la fiesta al estar acompañada por el hombre más deseado.
—Ahórrate tus comentarios, sabes muy bien que entre los dos no hay nada, al igual que aquello que siento por ti no es nada agradable, nunca me cansaré de repetir cuanto me molesta tu compañía, lo haré hasta que logres comprender que eres el peor error que ha llegado a mi vida —Cristina apretó los labios al escuchar a Leonardo.
—Buscaré la forma en que no tengas otra salida más que doblegarte ante mí, en ese momento te arrepentirás por todo el desprecio que me has bri