Días más tarde.
Leonardo no lograba soportar que su hermano tomara decisiones por sí mismo llevando los negocios de la familia al lugar que mejor le convenía a él. Leonardo siempre evitó poner su capital en peligro, pero su hermano de manera precipitada los estaba llevando por el peor camino.
Leonardo se dirigió a un lujoso restaurante acompañado de sus hombres, allí era esperado por su hermano, quien ahora se veía diferente, su postura erguida mostraba que ya no era el mismo de antes, que Leonardo ya no era quien mandaba en él.
—Gracias por venir, en verdad necesitaba hablar contigo —espetó Leonardo sentándose frente a él.
—Ve directo al grano que tengo varios asuntos pendien tes —habló Mario manteniendo su rostro firme.
—Te ves molesto, si tienes algún asunto conmigo lo mejor será que lo hables y no te andes con rodeos —impuso Leonardo.
—No tengo nada que decirte, eres tú quien me ha hecho perder el tiempo al venir a este lugar —Leonardo levantó las cejas al mismo tiempo.
—¡Vaya