Elena se vistió de manera elegante, recogió su cabello en una coleta alta, se preparó para enfrentar a Sofía y Fabrizio; Leonardo se encontraba a su lado, aunque sabía que era una pésima idea, él no iba a dejar sola a la mujer que amaba.
Yendo de camino Elena sostenía la mano de Leonardo, había vivido los mejores días de su vida a su lado, su compañía le hacía bien, Elena esperaba continuar llevando aquella clase de vida una vez que todo terminara.
Leonardo había pasado de ser un mafioso frío a ser el hombre más romántico y cálido de toda la historia, él le brindó una botella con agua, notaba en ella que los nervios la estaban consumiendo.
—¿En verdad quieres hacer esto? —le pregunto—. Recuerda que no tienes necesidad, lo mío es tuyo y en estos momentos tengo dinero suficiente como para nunca pasar necesidades.
—Te agradezco por todo lo que me brindas, pero se lo debo a mi madre, a mi padre y a mí misma, ellos acabaron con mi madre, mi papá batalla en una clínica por salvarse y a