Luego de aquella noticia Leonardo se sentía feliz, aquella emoción lo invadía, después de la traición de su familia, él sabía que lo único que tenía eran sus hijos que crecían en el vientre de Elena.
A su vez, Elena estaba emocionada, no podía retirar las manos sobre su abdomen, sus hijos eran el mejor regalo del mundo, la preocupación y ansiedad habían desaparecido, en su rostro finalmente había una sonrisa.
—Te llevaré a la propiedad y luego tengo que continuar con mis labores, se siente bien que tu embarazo esté fuera de peligro —habló Leonardo tratando de no demostrar lo que realmente sentía.
—Te agradezco por tu acompañamiento, estoy conmocionada porque esperamos... gemelos, la mezcla de felicidad y tranquilidad que hay en mí es difícil de explicar.
»Debido a la preocupación no había podido comer bien, no quisiera abusar de tu paciencia, pero al estar aquí podríamos comer aunque fuese un pequeño trozo de pastel, mi boca se hace agua y mi estómago hace ruidos.
Leonardo bajó la