En el lugar seguro, un antiguo molino restaurado en las afueras de Oxford, la brisa campestre apenas lograba atravesar las gruesas paredes de piedra. Era un refugio discreto, rodeado por bosques espesos y campos abiertos, lejos de las rutas trazables. Pero ni la calma aparente del entorno podía aquietar el caos que se gestaba en el interior de Logan.
Estaba en la sala del ala oeste, con los trillizos a su alrededor, intentando armar una torre de bloques con Noah, mientras Liam resolvía un rompecabezas y Alex dibujaba garabatos complejos que parecían fórmulas. Logan sonreía, pero era una máscara. Por dentro, su mente se fragmentaba a pasos agigantados.
Esa noche había tenido otro episodio. Había despertado en el baño, descalzo, con las luces encendidas, las manos frías… y un cuchillo en la mano. No recordaba haber ido allí. Ni siquiera sabía de dónde había sacado el arma. Solo el reflejo en el espejo —sus ojos turbios, las ojeras marcadas y la expresión vacía— le confirmó que algo se e