El reencuentro en la casa del lago
Sophie estaba en su oficina en Evans Studio, sentada tras su escritorio, con la grabadora y la carpeta azul —esa que contenía la confesión de Claudia y las pruebas irrefutables de Logan— abiertas frente a ella. Su mirada se movía rápidamente entre los documentos, sus cejas fruncidas, el ceño marcado por la concentración. Tenía el rostro tenso, las uñas tamborileando sin cesar sobre la madera mientras su mente trabajaba a toda velocidad. Sabía que tenía en sus manos el poder para destruir a Mateo Sterling… pero también sabía que debía moverse con precisión quirúrgica. Un error, y no solo perdería el control, sino también a sus hijos.
Las cámaras ocultas en su apartamento, los guardaespaldas siguiéndola como sombras, el cerco invisible de Mateo… todo la asfixiaba. No podía confiar en nadie. Excepto en una persona.
El golpeteo suave en la puerta rompió su concentración.
—¿Sí? —preguntó sin alzar la vista.
Sarah, su secretaria, apareció en el umbral con