SIENNA EVERHART
Vi la enorme casa a través de la ventana y mi corazón se aceleró por la angustia y los ingratos recuerdos. La familia de Dominic nunca me trató bien, ni siquiera con educación. No desaprovechaban cualquier oportunidad para hacerme sentir menos, como si solo buscara el dinero de Dominic. Me llamaban una cazafortunas cuando creían que yo no estaba escuchando. Y aún así callé. Me tragué mi orgullo todas esas reuniones por él. Porque pensé que había algo bueno que salvar.
Bajé del auto con la frente en alto. Caminé hacia la entrada y sentí la mirada de todos encima de mí. Sabía que ya habían comenzado a criticarme, como de costumbre.
—¡Sienna! ¡Querida! —exclamó la madre de Dominic, acercándose con su habitual hipocresía—. ¿Vienes sola? ¿Dónde está Dom?
—Llegará después —contesté con una sonrisa ensayada mientras controlaba mis ganas de arrancarle esa mirada insoportable.
—¿Después? ¡Qué falta de respeto! ¿Qué puede ser más importante que llegar con tu esposa a la fiest