SIENNA EVERHART
—Divorciarse de un hombre como Dominic Falkner puede ser bastante provechoso… —susurró el abogado de Andrey, un hombre entrado en años de aspecto bonachón. No parecía peligroso, pero en cuanto me escuchó le brillaron los ojos.
—No quiero nada de él —sentencié llena de rabia, ahogándome con ella, mientras luchaba para que las lágrimas no salieran y me mostraran débil. Quería irme de ese matrimonio con la frente en alto y sin que nadie se diera cuenta de mi dolor. No les daría el gusto de verme destruida, nadie de esa familia, ni Dominic, se lo merecían.
—Pero… —interrumpió el abogado confundido, pasando la mirada de mí a Andrey, buscando una explicación.
—Ya lo dije, no quiero nada de él, no lo necesito, no me interesa… —solté con los dientes apretados y un nudo en la garganta que amenazaba con ahogarme—. Sé que pelear por los bienes y una pensión alimenticia prolongaría todo. Entre menos tiempo tarde en recuperar mi libertad, mejor. Eso es lo que me interesa. Irme l