SIENNA EVERHART
Aunque tenía el corazón lleno de resentimiento contra Dominic, no pude evitar sentirme intimidada por su presencia. Sus ojos fríos se clavaron en mí y por instinto quise retroceder, pero no lo hice, no me dejaría minimizar en ese momento.
—Dominic… —susurró la abuela viendo su actitud, mientras él se acercaba a mí, con paso firme y sin parpadear.
Entornó la mirada una vez que estuvo frente a mí y me ofreció su mano, invitándome en silencio a ir con él.
—Tenemos que hablar —soltó con esa voz profunda y ronca que le salía del pecho, y por inercia torcí los ojos, porque en el fondo no quería hablar, solo quería que todo terminara.
Me crucé de brazos y me rehusé a seguirlo, pero Dominic no era un hombre que aceptaba un no por respuesta. Me tomó del brazo con la suficiente fuerza para tirar de mí y moverme como si fuera una muñeca de trapo, pero sus dedos no se encajaban en mi piel, no me lastimaban. Siempre se había esforzado por controlarse y no lastimarme, aunque ese