SIENNA EVERHART
Me planté frente al enorme edificio ante mí, con ventanales enormes y una fuente elegante y minimalista enfrente. Era un sitio lujoso con oficinas de primer nivel. Me mordí los labios y dudé por un momento, aún así me acerqué a la entrada. No tenía la ropa para un lugar así, demasiado casual comparado con los trajes sastres que lucían las mujeres que entraban.
—Disculpe, pero es propiedad privada —dijo uno de los guardias de seguridad acercándose a mí con una mano estirada.
—Yo… vine a ver a…
—Por favor, le tengo que pedir que se vaya —insistió queriendo sonar amable, pero al mismo tiempo dominante.
—No entiende, me están esperando adentro —contesté con una sonrisa que comenzaba a volverse desesperada—. Por favor, necesito ver a…
—¿Por qué no espera en las bancas de afuera? Los empleados no tardan en salir por su hora de comida —insistió el hombre con su mirada fija en mí.
Antes de que pudiera seguir insistiendo, una mano cayó sobre su hombro, haciéndole pegar un br