Capítulo sesenta y siete. La trampa de cristal
El cielo sobre Zúrich estaba tan claro que el reflejo del sol hería los ojos.
Andreas Konstantinos descendió del jet con un abrigo oscuro y una mirada que cortaba como hielo.
No traía escolta visible, pero cada paso que daba estaba calculado, cada movimiento vigilado desde lejos por hombres que respondían solo a él.
Llevaba días sin dormir.
La imagen de Ariadna, sosteniendo a Helios entre lágrimas, era lo único que lo mantenía firme.
Si no detenía a Vrettos, la persecución contra su familia seguiría hasta destruirlos.
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El edificio de Aegean Trade Corp. se alzaba en el centro financiero de la ciudad: una torre de vidrio que reflejaba el cielo como una promesa vacía.
Andreas cruzó el vestíbulo, ignorando las miradas de los ejecutivos y el murmullo que lo seguía como un rumor de pel