Encendió la televisión y cambió al canal donde habían entrevistado a los niños.
Vio el programa desde el principio, una vez más.
Sonrió suavemente.
Le encantaba ver a sus pequeños bebés.
Luego llegó la parte del programa en la que los niños dijeron al presentador:
—¡Mi… mi papá está muerto!
¿Por qué parecían tan felices al responder eso?
Maya se estremeció. ¿Cómo reaccionaría Alexander si descubría que sus hijos sonreían mientras declaraban que su padre había “muerto”?
No. No podía descubrir la existencia de los niños.
Cuando Maya vio las caritas lindas en la televisión, la inquietud se desvaneció un poco.
Mientras tuviera a sus tres hijos a su lado, no temería ningún desafío.
Entonces escuchó la puerta abrirse. Maya levantó la cabeza y vio entrar a sus tres bebés.
Se quedaron atónitos al verla junto al sofá.
Luego corrieron hacia ella con los brazos abiertos.
—¡Mami!
—¡Mami!
—¡Mami!
Maya abrió los brazos para recibirlos, pero antes de que pudiera completar el movimiento, los tres sal