Ella soltó un suspiro de alivio.
Aunque sus hijos no dijeron nada comprometedor, lo que pudiera pasar después era impredecible.
Solo sabría la verdad cuando regresara a casa.
¿Cuándo podría irse?
Maya no se atrevió a moverse y esperó a que Alexander terminara de comer.
Tras unos veinte minutos, Alexander salió del comedor con un elegante traje negro. Su figura alta irradiaba un aura tan fuerte que los sirvientes bajaron la cabeza al instante.
Maya quiso preguntarle si podía irse…
pero su mera presencia la silenció.
Una ráfaga de viento frío pasó junto a ella.
Maya contuvo la respiración.
Alexander cruzó el salón y ella solo pudo ver su sombra alta alejarse.
El motor del coche rugió y pronto salió de Parkgrove Mansion.
Los hombros de Maya cayeron.
Tendría que esperar otro día…
Estaba por llamar a Nanny Fine cuando Bob entró:
—Señora Anderson, puede irse ahora.
Los ojos de Maya se agrandaron.
—¿Estás seguro? ¿El señor Brook dijo que podía irme?
—Sí.
Maya supo que Alexander debió dar la