Capítulo treinta

Neta-lee siguió a Noah a través de los pasillos repletos de personas.

Luchó por alcanzarlo, mientras gritaba su nombre, pero con la velocidad de un parpadeo el pequeño desapareció entre la multitud que atestaban el lugar.

El pánico invadió sus entrañas, mientras no paraba de vociferar con desesperada urgencia el nombre del niño. Su familia también le ayudaba e incluso Demien estaba a punto de perder los estribos mientras buscaba a su hijo.

Sin embargo, tras veinte minutos, seguía sin aparecer y las garras de su peor tormento no tardaron en comenzar a despedazarla.

—¿Dónde está? ¿Dónde demonios se metió? — pronunció con angustia, tocándose la sien y mirando a todos lados.

—Lo hallaremos. Tranquila, Nate. No tiene que haber ido muy lejos — Diana se mantuvo al lado de su hermana y le tomó de la mano, dándole un afectuoso apretón —. John ya fue a hablar con los guardias de seguridad y Demien también está buscándolo. Tranquila, Neta-lee.

—Fue mi culpa… — musitó con voz desgarrada, co
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