Capítulo treinta y uno

Varias horas más tarde, Neta-lee bajó la escalera de la mansión sintiéndose agotada.

Tras el enloquecido día, había vuelto a casa de Demien y no se había separado de Noah por todo lo que restó de la tarde.

Demien, en cambio, al llegar a la mansión, había desaparecido en su despacho sin decir nada y ella no lo evitó. Ambos necesitaban urgentemente espacio tras lo sucedido y, mientras Neta-lee se embarcó en enfocar y volcar todo lo que le restaba de energía en el pequeño, Demien optó por refugiarse lejos.

Mientras descendía por las escaleras y respondía un mensaje de texto de su hermana, exhaló con desgana. Diana había sido de gran ayuda esa tarde. A pesar de la tensión, su hermana había jugado un papel fundamental para que no perdiera los estribos. No había palabras suficientes para agradecerle a ella y su esposo por haberla ayudado, por lo que había dejado cualquier frase insípida de lado y los había abrazado a ambos cuando se habían vuelto a reunir. Por supuesto, mantuvo su decisi
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