Capítulo veintinueve

—¿Dónde está Demien? — preguntó Neta-lee, con la mirada fija en el final del pasillo, cuanto su cuñado se reunió con ellas.

John le tendió una botella de agua a su mujer, que aún cuando ella negó quererla, la aceptó y luego le tendió el vaso de cartón a su hija. Noah le ofreció una botella de agua a Neta-lee y ella le regaló una sonrisa agradecida y el pequeño le correspondió con una pequeña sonrisa tímida.

—Dijo que iría al sanitario — respondió John.

Neta-lee, de por sí tensa, al oírlo se atemorizó. Aún con todo, forzó una sonrisa e ideó una forma sutil de ir a buscarlo distrayendo a los niños.

—¿Por qué no vamos a la tienda de recuerdos?

—¡Sí! ¡Me encanta! — chilló Cassie, con un saltito .

Y antes de que alguien la detuviera, tomó la mano de Noah y lo instó a correr por el pasillo.

—¡Vamos! ¡Rápido, Noah!

John dejó escapar una risotada y Neta-lee sonrió negando divertida por su vivaracha sobrina.

—¡Cassie, no corras! — gritó Diana.

Los tres fueron detrás, siguiéndolos de ce
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