Contado desde el punto de vista de Bianca
Nunca lo vi tan perdido.Y eso ya es decir mucho, porque en este infierno que hemos llamado relación, Ethan ha caído muchas veces.Pero esta vez fue distinto. Esta vez, el golpe lo partió por dentro.Todo comenzó con una llamada.La clínica privada a la que Giovanna asistía —la que evidentemente podía pagar sin problemas— quería confirmar que Ethan reconocería al bebé legalmente. Porque sí, ya no había duda: era suyo. El ADN lo había gritado.Yo me encontraba sentada frente a un vaso de leche que ya ni siquiera podía tragar. Las náuseas eran constantes, y no sólo por el embarazo. La ansiedad era un ácido lento que me estaba corroyendo.Cuando Ethan colgó esa llamada, me miró como si acabaran de leerle su sentencia.—Dos hijos, Bianca —murmuró—. No tengo trabajo, no tengo nada… y ahora tengo dos hijos. Dos.Yo me quedé en silencio, porque lo vi. Lo vi en sus ojos. Esa chispa, e