capitulo 93

La habitación del hospital estaba bañada por una luz suave, filtrada por las cortinas color marfil. El pitido constante del monitor cardíaco marcaba el ritmo del silencio. Fuera, se escuchaba el murmullo distante del pasillo: pasos de enfermeros, el sonido metálico de una camilla, una puerta cerrándose.

Lautaro abrió los ojos lentamente. Todo le resultó borroso al principio: las luces, las sombras, los rostros. Su respiración era pesada, y una punzada de dolor en el hombro le recordó que seguía vivo. Tardó unos segundos en reconocer dónde estaba.

El techo blanco, el olor a desinfectante, las sábanas impecables. Un hospital.

Giró la cabeza con dificultad. A su lado, en sillas incómodas y con el cansancio grabado en los ojos, estaban Jenifer y Erica. Dormían. La primera con la cabeza apoyada sobre el colchón, su mano entrelazada con la de él; la segunda, recostada en el respaldo, con una manta sobre los hombros.

Por un instante, Lautaro las miró en silencio. Una calma profunda lo recorr
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