El día había comenzado calmo, como si el mundo respirara después de una tormenta emocional. Tiago, más liviano y con una mirada distinta, decidió volver a casa de sus padres. Sentía que ahora podía enfrentar las cosas con otra energía, que algo dentro suyo había empezado a sanar después de aquella charla con Lautaro, Gabriela y los demás.
En tanto, Lautaro se preparaba para entrenar. La semifinal estaba cerca. Se sentía fuerte. Como nunca antes. No solo por lo que podía hacer con una pelota, sino porque por primera vez, no estaba solo. Gabriela, Erica, Tiago, incluso el propio Sergio y todo el equipo, habían construido alrededor suyo un refugio emocional.
Faltaba solo una pieza: Jenifer.
La pensó al levantarse. Se preguntó cómo estaría. Ella no le había respondido los últimos mensajes del día anterior. Tampoco la llamada que intentó hacer mientras se ataba los cordones para salir. No era normal. Jenifer siempre contestaba, incluso si solo era para decir que estaba ocupada.
La preocupa