El día llegó. Los cuartos de final estaban en marcha y la Escuela San Martín debía enfrentarse como visitante contra la temida Escuela Manuel Belgrano 1. El clima era perfecto para jugar al fútbol: cielo nublado, un poco de viento y esa tensión que se siente en la piel cuando lo que está en juego no es solo el resultado, sino el orgullo.
Desde casa, Gabriela, Jenifer y Erica se sentaron frente al televisor para seguir la transmisión en vivo. Aunque la señal no era la mejor, lograban ver con claridad lo que sucedía en el campo. Las tres estaban nerviosas, cada una a su manera. Jenifer masticaba una lapicera. Erica se cruzaba de brazos y los descruzaba. Gabriela tomaba mate sin darse cuenta de que ya estaba frío.
—Mirá… —dijo Jenifer, señalando la pantalla—. Lautaro… tiene la cinta.
En efecto. Por primera vez, Lautaro salía del túnel con la camiseta número 10, la misma que tantas veces soñó usar, pero ahora también con la cinta de capitán atada al brazo izquierdo. La cámara hizo un leve