Lautaro y Tiago se posicionaron en el círculo central. El árbitro dio el pitazo del segundo tiempo y Tiago tocó suave para Gonza, que devolvió de primera hacia Lautaro. El partido había reiniciado. El equipo San Martín sabía que tenía que darlo todo en estos 45 minutos restantes. La diferencia era mínima, pero jugar con uno menos exigía el doble de esfuerzo y el triple de corazón.
Desde la casa, Jenifer, Erica y Gabriela no podían despegar los ojos de la pantalla. Las tres sentían que algo especial podía pasar. El silencio en el living solo se rompía con suspiros, nervios y murmullos.
Minuto 5 del segundo tiempo. San Martín atacaba. El balón llegó a Lautaro, quien recibió en tres cuartos de cancha, con la camiseta número 10 bien visible en el pecho y la cinta de capitán brillando en su brazo izquierdo.
Controló la pelota con el pie izquierdo, se perfiló y miró hacia el frente. Un rival se acercó. Amague. Otro llegó. Enganche hacia adentro. Siguió. Lo marcaron entre tres. Los pasó.