LAURETH
Los días habían pasado con calma, hasta que un aire distinto llenó el palacio. Pero Lyra estaba más callada de lo normal. No canturreaba, no corría por los pasillos como siempre.
La encontré sentada junto a la ventana, abrazando a su muñeca favorita. Sus ojitos brillaban con lágrimas contenidas. Me acerqué y me agaché frente a ella.
—Mi niña… —susurré acariciando su cabello—. ¿Qué pasa?
Ella apretó los labios y me miró con un destello de dolor.
—Hoy es el aniversario de mi mami… ya serán dos años de que ella se fue a vivir con la diosa de la luna.
El corazón se me apretó. La rodeé con mis brazos y la abracé fuerte.
—¿Te gustaría ir a dejarle flores? —pregunté en voz baja, besando su coronilla.
Lyra me miró con ojos grandes, llenos de inseguridad.
—¿No te molesta? ¿No te da celos?
—¿Celos? —sonreí suavemente, acariciándole la mejilla húmeda—. Mi amor, tu mami siempre será importante. Para ti. Para tu papi. Para todos. Jamás me darán celos de una mujer tan buena y hermosa como e