ACÉPTAME LAU...
KAELAN
Me quedé en silencio mientras los ancianos aplaudían las ideas de Laurenth, hablaban de proyectos ya en marcha y del futuro de la manada. No escuchaba del todo sus palabras. Solo la miraba a ella.
A mi loba. A mi compañera.
Su rostro se sonrojaba cada vez que alguien la elogiaba. Bajaba la mirada con timidez, como si todavía no creyera que merecía cada palabra. Pero yo lo sabía. Siempre lo supe. Desde el primer instante en que la vi, en aquel claro, desafiando a todo y a todos con la frente en alto aunque su corazón estuviera destrozado.
Ella siempre fue extraordinaria.
«Nuestra hembra brilla», murmuró King en mi mente, orgulloso, con esa voz grave que me estremecía.
«Sí», respondí, sin apartar los ojos de ella.
«Míralos… se rinden a sus ideas como si fueran órdenes. Y lo son, aunque aún no lo entienda. Es perfecta. Es nuestra.»
Tragué saliva.
«Lo sé, King. Pero aún tiene miedo. No la empujemos.»
«Yo no la empujo, yo la adoro. Y tú deberías decírselo ya, antes de que explote tu