KAELAN
Dos días habían pasado desde la ceremonia.
El Bosque Plateado seguía oliendo a flores frescas, a tierra húmeda y a paz.
Era extraño caminar entre la calma después de tanto caos.
Laurenth y yo estábamos terminando de empacar para regresar a nuestro hogar.
Lyra correteaba alrededor de las maletas mientras Elian dormía en los brazos de una omega.
Todo parecía perfecto. Demasiado perfecto.
Mila llegó al patio con su sonrisa habitual, esa que se había vuelto tan familiar.
Nos abrazó con fuerza, con la emoción de quien despide a su familia y no a simples aliados.
—Gracias, Lau. Por todo, de verdad. —sus ojos brillaban—. Te voy a extrañar mucho. Estoy tan acostumbrada a ti y a los niños…
Laurenth la abrazó con ternura.
—Pueden venir cuando quieran. Siempre serán bienvenidos. Y Lyra te ama, Mila.
Lyra, que escuchaba atenta, se acercó corriendo y tomó la mano de su “tía”.
—Sí, tía Mila, ve con tío Rhyd. Me gusta jugar con Kyros.
Mila rió y se agachó para abrazarla.
—Jajaja, Kira tambié