LAURENTHMis pasos hacían crujir las hojas debajo de mis pies, la luna llena iluminaba mi camino, un camino que conocía de memoria, pero jamás pensé que tomaría en estas circunstancias. La brisa de la medianoche era fría y calaba hasta los huesos, como si quisiera atravesar mi piel hasta arrancarme el alma. A medida que me acercaba al lugar que jamás creí volver, iba recogiendo pequeños leños, la mochila en mi espalda pesaba, pero no tanto como el dolor de mi corazón, un peso que me hundía los hombros y me robaba el aire. Hace apenas una semana era la Luna de la manada, feliz, amada… o eso ingenuamente creía.Abrí la puerta de la vieja cabaña que crujió como si le diera la bienvenida a una vieja amiga. El olor a madera, polvo y recuerdos me golpeó de inmediato, haciéndome arder los ojos. Cada tabla parecía murmurar mi nombre, como si supiera que regresaba derrotada, hecha pedazos.—Hola, papá —susurré, con un nudo en la garganta.Saludé al viento. Este había sido nuestro hogar, el lug
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