La mirada de Valeria se detuvo en la recepcionista por apenas un segundo, lo suficiente para notar el leve temblor en sus manos mientras guardaba una carpeta en el cajón equivocado. Sus dedos se crisparon. Había algo que no encajaba. No era la primera vez que la veía cerca del archivo clínico de Clara, pero hasta ahora, no tenía una prueba… solo una intuición. Y sus intuiciones, por más molestas que fueran, casi siempre terminaban siendo ciertas.
—Buenos días —saludó con una sonrisa cortante, sin dejar de observar.
La recepcionista tartamudeó un saludo, bajó la cabeza y desapareció por el pasillo.
Valeria giró sobre sus talones y, al llegar a su oficina, encontró un sobre sobre su escritorio, sin remitente. Dentro, una hoja impresa con un historial de accesos al sistema clínico. Fechas, horas, nombres. Todos los accesos no autorizados al expediente de Clara. El nombre resaltado varias veces: Dra. Julia Rubio.
Sus ojos se afilaron.
—Con que eras tú, encantadora paloma del comité médico