El agua caliente caía sobre sus cuerpos como una lluvia sanadora. Nicolás estaba de espaldas a Reik, mientras él pasaba la esponja jabonosa sobre su espalda ancha y musculosa.
—No te muevas tanto… —le dijo Reik, con un suspiro.
—Es que… tu mano se siente tan suave… me excita—respondió Nicolás, con un gemido bajo.
Reik sonrió con timidez. Pasó la esponja por sus hombros, sus costados, sus brazos gruesos llenos de cicatrices y lunares. Luego la dejó y pasó sus manos desnudas, acariciándolo con ternura.
—Eres hermoso… —susurró.
Nicolás se giró lentamente. El agua caía sobre su rostro y sus cabellos negros chorreaban sobre sus hombros.
—Tú… eres hermoso… —respondió, alzando una mano para acariciar su mejilla mojada.
Sin decir nada más, Nicolás lo besó. Un beso lento, húmedo, cargado de todas las palabras no dichas. Reik gimió suavemente contra sus labios, aferrándose a su cuello. Sus pechos se rozaron, sus vientres también, y el aroma dulce de Reik llenó el pequeño baño empañado.
—Te dese