El silencio reinó unos segundos. Todos miraron a Ivanna, quien dejó la taza sobre la mesa y posó ambas manos sobre su vientre.
—Lo he pensado mucho. Quiero que sus nombres tengan significado. Algo que los acompañe siempre, incluso en los momentos más oscuros.
—¿Qué tienes en mente? —preguntó Nicolás con curiosidad, sentado a su lado.
Ivanna respiró hondo.
—Para el primero… quiero que se llame Elian. Significa “hijo del sol”. Porque incluso en medio del invierno más frío, ustedes… —miró a todos con los ojos brillantes— me enseñaron que siempre habrá un rayo de luz.
Los ojos de Nielsen se suavizaron y tomó su mano.
—Elian… —repitió, probando el nombre en sus labios—. Es perfecto.
—Y para el segundo… —continuó Ivanna, emocionada— quiero que se llame Noah. Significa “descanso, paz”. Porque después de tantas tormentas en mi vida, estos pequeños son la promesa de que puedo respirar tranquila.
Reik asintió con una sonrisa cálida.
—Elian y Noah… hijos del sol y de la paz. Dos regalos que lleg