Eitor insistió en quedarse en mi habitación, lo dejé. Se acostó detrás de mí, lo sentí aspirar el olor de mis cabellos y rodearme con sus brazos, lo recibí, porque quería esa clase de mimos y afectos, nunca tuve eso. Tito fue lo más cercano a un novio cariñoso y, sin embargo, vivía en vilo con él, siempre metiéndose en problemas, acudiendo a mí para socorrerlo todas las veces. Si cuento la historia como es debido, tendría que decir que era como su madre. Jeremías siempre me lo decía. No puedes criar a un vividor, decía con frecuencia.
En cambio, Eitor, a pesar de sus constantes desplantes y fingida indiferencia, me cuidaba, veía por mí. No estaba segura si me amaba realmente, pero notaba como le gustaba estar cerca de mí y a mí me gustaba estar cerca de él.
Desde que nos encontramos en casa de Gael cambio conmigo, se veía ansioso, claro que sospechaba que él y yo nos habíamos enredado, antes le causaba gracia y se reía de mí, algo cambio porque entonces se enfureció y estaba celoso.